El siguiente artículo ha sido publicado por la Embajada de Alemania en Madrid:
Lo hemos dicho antes: Berlín es el corazón de Alemania. Una estructura viva que se compone de múltiples fibras y ritmos, al mismo tiempo que un solo tiempo y espacio, múltiples como la diversidad de gentes y culturas que ahí se encuentran. ¿Protagonistas? Sus habitantes. Son sus maneras de ser, sus credos y formas de pensamiento religioso, político, social los que le dan vida a una de las ciudades con más pluralidad en Alemania. La comunidad musulmana no se queda atrás.
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- La Mezquita Sehitlik, tomada el 30 de noviembre de 2009
- (© Foto: Hannibal Hanschke dpa, picture-alliance /dpa)
Günter Piening, encargado de integración del Senado de Berlín afirma que en la ciudad conviven personas de aproximadamente 180 diferentes nacionalidades, muchas de las cuales profesan fe musulmana. El Islam es el tercer credo en importancia en Alemania, después del católico y el cristiano evangélico: Un 5% de la población lo profesa. Se calcula que en el país hay cerca de 4 millones de ciudadanos de credo musulmán, de las cuales alrededor de 120,000 viven en Berlín.
Once minaretes, torres desde las que el Muzin por tradición llama a los fieles a participar de la oración, surcan los cielos del corazón de Alemania. La nueva tendencia: aprender alemán en la mezquita. Y que sirvan de centros de integración. No de asimilación, sino acentuando un rol social y político de estos centros de fe, buscando el diálogo con toda la comunidad.
Más que reglas, Berlín tiene muchas normas y muchas maneras de ser normal. En esta ciudad de todos, llena de edificios en abandono o reconstrucción, puentes y trozos de muro, pasado y presente, existen alrededor de 80 mezquitas, templos de oración y vida comunitaria, así como un Cemevi de la comunidad alevita, de los cuales cinco son notorios, mientras que el resto se encuentra en patios posteriores o antiguos edificios industriales.
Mezquita Sehitlik, en Columbiadamm: la más antigua
Para conocer una mezquita quizás no es necesario viajar muy lejos. Un paseo por la ciudad basta para reconocerlas. Y no es algo tan nuevo. Un ejemplo en el centro-sur de la ciudad: En la avenida Columbiadamm, cerca del hoy desocupado aeropuerto de Tempelhof – sede del histórico puente aéreo entre la Alemania Federal y el entonces Berlín occidental – se localiza la mezquita Sehitlik, que se construiría en 1983, inspirada en la arquitectura otomana clásica.
La Sehitlik Camii, como se llama en turco, puede traducirse al español como “mezquita de los mártires” y es un icono berlinés que conjuga modernidad y arquitectura clásica otomana. Un lugar de encuentro entre lo histórico y lo contemporáneo, que se compromete día a día más y más con la integración y el diálogo con las diferentes culturas de la ciudad.
Todo comenzó en 1797, cuando el primer embajador del Imperio Otomano en Alemania, Ali Aziz Ezendi, llegara a Berlín en los tiempos en que ésta era la capital imperial y el Káiser Federico Guillermo II la cabeza del imperio prusiano. El embajador Aziz Ezendi fallecería un año más tarde y su cuerpo, debido a ciertas dificultades de transporte, sería enterrado en el hoy antejardín de la mezquita y cementerio diplomático turco de la ciudad, que fue fundado en 1836.
Berlín era un centro cosmopolita ya en aquella época: la Dra. Riem Spielhaus de la Universidad Humboldt de Berlín, especialista en estudios del Islam y comunidades musulmanas, nos explica que en el siglo XIX era una costumbre de las clases acomodadas el visitar restaurantes en Charlottenburg de comida de medio oriente y asistir a eventos culturales de la comunidad otomana. Hombres de fez y trajes típicos, mujeres con ropas del medio oriente, berlineses y gente de toda Europa disfrutaban de un Berlín donde lo exótico y lo autóctono eran sal y pimienta del día a día.
La mezquita Sehetlik cuenta con un salón central de oraciones y en una de sus esquinas puede verse un reloj digital con las horas de diferentes ciudades de medio oriente para comunicar los principales horarios de oración. Tiene dos grandes minaretes, en cuyos picos puede verse la medialuna característica de esta fe. Una tienda de souvenires alterna elementos clásicos del cercano oriente y el credo musulmán, así como de lo nuevo: sudaderas con capucha con diseños otomanos muestran que el Islam es un nuevo cruce de fronteras.
La mezquita Sehetlik, como muchas otras, cumple con la función de un centro religioso como de uno cultural: Un asiento sobre una tarima, a un costado del centro de oraciones es aquel desde el cual se dictan conferencias de todo orden: religión, teología, ciencias naturales o sociales, como señala nuestra guía, Pinar Cetin, una joven madre de 27 años, estudiante, escribe su tesis de grado acerca del rechazo acerca del Islam y el lugar que este rechazo tiene en la discusión pública. Colabora voluntariamente como guía para la mezquita.Cetin comenta que la mezquita Sehetlik “es un centro magnético para el diálogo, es muy importante el trabajo de diálogo que se hace aquí. Diariamente recibimos grupos de escolares, organizaciones de trabajadores, sindicatos, lo que se le ocurra. Grupos deportivos, etc.” Desde este año el proyecto “Pro-Dialog”, con apoyo del Ministerio Federal de Migración y Refugiados y el Fondo Social Europeo, capacita durante siete semanas a nivel nacional a 40 guías especializados en mezquitas.
Cada tres años llega un nuevo imán al templo, apoyado por el ministerio turco de cultura. En Berlín hay un total de doce imanes. En cursos de integración de tres meses aprenden alemán y a comprender la vida en comunidad en Berlín y en el país en general. Pinar Cetin explica que uno de los problemas es que una vez que han aprendido el idioma y se han adaptado a la ciudad, deben volver para dar lugar a otro imán que debe comenzar con el proceso de aprendizaje nuevamente.
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- Oración en la Mezquita Sehitlik
- (© Foto: Rainer Jensen dpa/lbn/lnw)
Cetin opina que mientras más visible sea la mezquita, más fuerte es la invitación que se hace al público para visitarla. Piensa que una mezquita puede existir sin minaretes, pero que su presencia es importante “precisamente porque somos musulmanes alemanes y en ello una parte activa de la sociedad. No pienso que esté bien esconderse en una sociedad. Yo soy una musulmana alemana y encuentro que es bonito reconocer a una mezquita desde fuera, y que haya en Alemania una mezquita alemana, mi mezquita”
Los musulmanes bosnios: el Islam se integra en Kreuzberg
Eran los fines de la década de 1980 y Yugoslavia llegaba a su fin. Miles de personas encontraban asilo en diferentes países de Europa, muchos de ellos musulmanes. En Kreuzberg, el Centro Cultural Islámico de la comunidad de los bosníacos – procedentes de Bosnia-Herzegovina y el Sandzak – recibe diariamente a entre 300 y 500 personas que llegan ahí para orar y compartir, de acuerdo con lo que explica Meho Travljanin, colaborador del centro y quien llegara a Alemania a temprana edad en compañía de su familia.
Travljanin explica que el centro “es una institución que trabaja con el Islam, con las personas que profesan el Islam, y que trata de acercar a las personas al Islam de la manera en que el Islam es: abierto, y que puede ser una parte de lo cotidiano; tolerante”.
“La mayor parte de la población musulmana fue marginada en Bosnia", ¿por qué? Porque siempre se dijo “queremos una Bosnia unificada”. Tenemos que mirar hacia adelante. Como por ejemplo, en temas como la integración. O la asimilación. Por eso tenemos cursos de alemán, para que se integren, pero no queremos que olviden sus raíces o que olviden la lengua bosnia, que también potenciamos a través de reuniones o los mismos servicios religiosos” explica Meho, quien destaca que su generación ha logrado mucha más apertura e integración en Alemania, aprendiendo el idioma de manera rápida y buscando la adaptación. “Entre 50 y 60% de los jóvenes bosnios en Alemania estudian en la universidad”, comenta con orgullo.
Meho cuenta acerca de lo que él considera un elemento eje del espíritu de integración de la comunidad bosníaca musulmana en Berlín: “Yo llegué como refugiado a Alemania, ¿sí? Sin padre, mi madre llegó con nosotros tres. Ella quería lograr algo. A mí se me inculcó aquí, en esta mezquita, que si tú quieres hacer algo, surgir, tienes que ir a la escuela. Y la preparatoria era algo casi sagrado. No quiero decir con esto que los musulmanes bosnios son un grupo especial, no, sino que debemos estar permanentemente entregándole algo a nuestros niños”.
Berlin – Wedding: Centro Intercultural de diálogo y educación
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- Un buzón para donaciones en una mezquita berlinesa
- (© Fotos: Annedore Meier)
Berlín es una ciudad donde el Islam está en casa. Y en casa se discute de todo. Una muestra de esto es el Centro Intercultural de Diálogo y Educación en Berlín – Wedding (IZTB, por sus siglas en alemán). El centro está orientado principalmente al público musulmán de origen árabe. La comunidad tiene alrededor de 300 miembros que donan regularmente a la mezquita y 250 personas que participan cada viernes de la sesión de oración y más de mil personas asisten a las fiestas importantes.
El Centro, formado en 1996, es uno de los mejor integrados a la comunidad berlinesa. De acuerdo con Faical Salhi, colaborador del centro originario de Túnez, las mujeres cumplen un rol fundamental en las actividades sociales del centro, donde se habla con plena libertad acerca de temas como la “Islamofobia” y todo aquello que preocupe a la comunidad musulmana en materias de integración a una sociedad que en los 70s y 80s dio una “calurosa bienvenida” a sus padres. Dificultades no faltan: “Importante era en ese tiempo que a Alemania le iba económicamente muy bien. El musulmán no era visto como un ser extraño. La situación ha cambiado por la situación de desempleo” explica.
“La cosa es que en este distrito de la ciudad la población migrante es de alrededor del 50%. Entonces los lugares y momentos en los que se puede dar un encuentro con la comunidad alemana son cada vez menos. Hay guarderías y colegios con incluso un 100% de población migrante, y entonces emerge la pregunta: ¿dónde podemos encontrarnos? Así pueden producirse muchos malentendidos y no se puede dialogar de manera fructífera. Creo que el once de septiembre del 2001 contribuyó mucho a que en Alemania haya crecido, por la situación política internacional, un poco más al miedo al musulmán. Viven más de 4 millones de musulmanes en Alemania. Eso indica que podemos entendernos muy bien, y entonces el problema del rechazo es una cosa más bien psicológica”.
“Nosotros aceptamos con gusto las críticas – destaca Salhi – y tratamos de cambiar algunas cosas también por nuestra parte. Somos activos en nuestro barrio, participamos de las fiestas vecinales, en las actividades de la iglesia y en cualquier lugar nos gusta mezclarnos con la gente”.
Teobaldo Lagos Preller, en exclusiva para el CAI, diciembre de 2009
Fotos: Annedore Meier
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